martes, 29 de diciembre de 2009

La última carta

Y aquí estoy, tras la tinta negra que desnuda mi alma, empapelado, enmarañado, tejiendo nostalgias como un extraño en las puertas del cielo. Siento la blancura, siento el aire y mi fusión en él. Una melodía gastada resuena en las paredes, escombros diría, escombros de alas desplumadas. De aves silbando en la ruina.

¡Que hermosa por Dios! ¡Que hermosa angustia!
Muestra de una criminal sinceridad. Apócrifa. Inefable.

Y aquí estoy yo, con mis pies. Mis pies descalzos deben ser la mejor metáfora para ésta última lágrima. Para ésta última pluma. Desfachatada. Rata.

Detrás queda el resplandor del cristal, el vestigio de dos manos aferradas a la inmensidad, la mirada cómplice que merece la luna. Detrás queda la silueta del cosmos, el parpadeo de la eternidad, los labios, el misterio, la comedia, los pianos.

Y aquí estoy yo. Coqueteando con el destino, deslumbrado de tanta luz, muriendo de sed.

Y allí voy yo. Dando algunas vueltas por ahí, mirando, de lejos.

lunes, 21 de diciembre de 2009

Merienda de ruiseñores

Nuevos colores se reflejaron en la sombra del cielo. La tarde se vistió de viento para entreverarse con esa inquietud que suele tener a veces. Fui testigo de su magia y merendé ruiseñores. sonreí. La cuestión pasa por la fluidez en la que cae una pluma, y fui pluma, fui la cuestión, fui la tarde, fui color y ruiseñor. Y si fuiste poesía, es porque nuevos colores se reflejaron en la sombra del cielo.

lunes, 14 de diciembre de 2009

Acerca de las cercanías entre un ecosistema y un pobre idiota feliz por un instante.

Soy parte del cauce, soy corriente, soy junco...

Me deslizo en el rumbo que el agua domina...

Lo sublime devora al río, lo abraza, lo consume, y miro, siendo junco… soy corriente y el sol me plancha en la tarde, me anima, me calma...

Fluyo por ser cauce y es lo que debo...

Debo ser parte...

Ser cauce, corriente y junco.

lunes, 7 de diciembre de 2009

¿Tomas un cafe?

“¿Se podrán crear hemisferios desde el banco de una plaza? ¿Se podrá contagiar de sarcasmo al lila del mar desde la penumbra de un café? ¿Qué espejismo se hecha a volar desde las sombras de un árbol? ¿Qué luna no ha demostrado su virgen resplandor en la inutilidad de un miércoles?”
Jactarse de lo sensible para profundizar un sentimiento, que irónico. Que ironía es la hoja que danza una irónica danza entre las cenizas de un recuerdo. Un recuerdo echo hoja, recuerdo de cenizas, un inútil recuerdo, inútil para crear presentes de miércoles por llegar.

Sentarse un rato en el umbral de la luna que espía silenciosa desde la copa del Jacarandá, y observar el reflejo sublime de las agujas del reloj una y otra vez. Y así, el café se enfría de soledad. Y así, la cucharita de marchita mientras las agujas no esperan a nadie.

Los nombres han servido para identificar lo conocido, pero no todo lo conocido ha sido identificado por un nombre. El café, ya es solo el vacío recuerdo de un nuevo miércoles enredado en palabras.

La noche desfila su negro atuendo, la luna se esconde lentamente entre las ramas. Se esconde y pretende no volver. Las preguntas renacen por aburrimiento. “Mozo” Y prosigue. “Un cortado por favor”. “Que sean dos”. “Yo invito”.

jueves, 3 de diciembre de 2009

¿Cómo saber que estas triste?

Que rara que suena la palabra “intuición” en tiempos de cambios. Vendría a ser una especie de creación en un ecosistema novedoso, en donde todo esta librado al azar. Donde el mundo gira con el viento, y cambia de dirección si se le antoja moverse hacia el sur por ejemplo, parecido a un capricho. Todo esto provoca un matiz de confusión, una forma demasiado acotada de ver las cosas, ahí surge un “nublamiento” en la visión y aparece, sin llamar mucho la atención, una brizna de tristeza. Como un hilo muy sutil que te atraviesa el pecho, la respiración cambia de compás y se deja llevar por un ritmo muy lejano al deseado. Poco a poco ese haz, que si tuviera un color seria el gris, va tomando espesor y la tolerancia que puede llegar a tener una sonrisa disminuye lentamente. Se atenúa como quien dice. En esos momentos lo peor que puede pasar se divide en dos posibilidades. La primera es ver el reflejo de un espejo, metafóricamente hablando. Como un cielo angustiado se ve desde la estructura de un charco de lluvia vieja, cual lágrima en el alma. La segunda es muy fácil de identificar y contempla al sentido auditivo en su máxima expresión, es decir, ten cuidado con el disco que vas a poner, porque podes estar en serios problemas.

Carta de todos los días

Hoy lunes, me levante con ganas de quebrar barreras, aunque sea, durante el segundo eterno de un beso. El tren relojea un sinfín de soledades en cada asiento, transcurre con su monotonía, mientras el sol encandila a los cansados pasajeros. Fluye acero contra acero, dividiendo mundos antónimos, y en el medio yo, mi asiento, mi soledad, vos, todos los yo, los asientos, las soledades, los vos, tantos como sean posibles en aquel viejo vagón. Corazones peregrinos de estaciones maltrechas por el tiempo.

Querido martes, ¿Qué te ha hecho tan gris este día? ¿Qué mal penetro tus entrañas para que amanezcas de este modo? Martes, querido martes. Me entristeces. Tu porte ha desmejorado estos días. Martes flaco y marchito. Aliméntate de primaveras aunque intervenga la lejanía. No crepites en las acuarelas muertas del otoño, no caigas en su tentación. No naufragues sin antes acariciar las alas del futuro miércoles. Oh martes! Me entristeces tanto.

Torpe miércoles, confíe en ti para que tus brazos encuentren los brazos de tu hermano, y decidiste tirarte junto a él en las profundidades de la tarde, a mirar los limones caer. Te identificaste con su verde, y la sublime debilidad del exilio precoz. Anímate a olvidar sus olores, sus calores, su camafeo. Olvida el aire de su pecho, olvida el don de sus labios. Olvida las manías del viento, y el capricho de la luna. Confía que un mañana amanecerá.

Viejo jueves, solo te vi anochecer, borracho y triste, solo, te vi anochecer, desconfiado te vi anochecer, desalmado y fugaz te vi. Anochecer, espacio de sombras y destellos azules. Hogar de recuerdos, nostalgias y humo. Silencio de mustias… silencio de jueves…… vacío silencioso…….. insoportable…………de jueves.

Viernes mío, cercano, aturdido. Esa silueta profunda que adormeció en tu vientre, se ríe en carcajadas siniestras, de tu rostro desteñido. Pobre viernes, bailoteando una danza absurda en los jardines herméticos de la memoria. Suspirando cada paso apócrifo, tropezando en sofismas inefables, en fantasías abstractas, en la farsa crédula de la realidad. Viernes que te pierdes en la ciudad, que te escondes de ti como un fantasma, y fracasas por tu sangre caliente. ¿Es verdad que tu corazón ha sido amortajado, viernes que una vez te hiciste llamar santo? ¿Por qué mueres antes de renacer? ¿Por qué cantas canciones de amor? Alma de brillo anticuado, de matices y fragancias rotas. Supiste tener atardeceres naranjas. Te extraño viernes mío.

Sábado tardío, dicen que eres el guardián del final, pero eres el primero en llover. Te jactas de tu libertad, pero conozco tus insomnios. Mientes en tu descanso, porque sé de tu desatino. Extracto de lo efímero, música del infinito, epifanía de un cielo caótico. Las gotas golpean tu sien para despabilar tus lágrimas, amalgama de azares traicioneros, un piano, un acorde, pa` llora`. Nocturno de estrellas muertas, extasiado y vagabundo. Vomitas tus fracasos en el vacío de las copas. Fatuos halos de esperanza decoran tu sendero. Eres pillo y carismático lo sé, pero también eres inmortal. Así que entiéndelo mi querido sábado, ya es hora de terminar.

Domingo de mi vida, he escuchado una frase sagaz en las cavernas baratas de una cofradía de inocencias. Era de alguien que recibió un regalo, un diamante, y no supo que hacer con tanta luz. Por alguna razón comprendí tu pena. Relacione aquella diáfana que supiste contarme, con detalles brillantes y ansiosos. Te atreviste a llamarlo amor, lo recuerdo como si fuera hoy domingo de mi vida. Te tengo unas preguntas mi amigo entrañable. ¿Aquellas melodías de arena que escribías en aquellos días de hoy, eran para ese diamante? ¿Dónde han quedado los grillos cantores? ¿Y las poesías del Olimpo? ¿Y tus armonías bañadas de pureza divina? ¿Qué se ha hecho de la inmensidad? ¿Cómo tanta luz cedió en la obscuridad? Que ironía. Lamento traerte aquellos días de hoy, domingo de mi vida, pero esta mañana llegaste a mi mente, con esos ojos tristes, de siempre, con esa sonrisa melancólica, de siempre. Una última pregunta junto a mi saludo fraternal mi hermano querido. ¿Ya has sabido que hacer con tanta luz? Atentamente, yo.

Hoy lunes, me levante con ganas de quebrar barreras, aunque sea, durante el segundo eterno de un beso…