viernes, 10 de junio de 2011

Conurbano: Capitulo II

El surrealismo latente que escolta la subida al bondi, las guirnaldas humeantes, la bufanda de la nariz al cuello, las bicicletas y el manguito pa´pasar el día. Panorama conurbano, único conurbano, híbrido, de peste y locura, paradigma dulce y sombrío, particular. De colores oficiales y callejuelas maltrechas y emparchadas. Con su sainete paraguayo y el circo de los dioses. El abandonado, el recurrente, el inmortal. De trabajo silencioso, de silencio trabajado. Conurbano extasiado, drogadicto y fugaz, contemporáneo, eterno y denunciado. Sus cielos degollados son el matiz de su existencia, con sus iglesias erectas al borde del orgasmo. Rece doña Rosa, rece que el paraíso está repleto de semen. Paraíso conurbano. Es suyo doña Rosa, y también de Walter, y de José. Conurbano de Pedro electricista, conurbano panadero, obrero conurbano, conurbano sofista y enigmático, maravilloso, tacaño, mentiroso. Conurbano sin fronteras, deseado y machista. El de doña Rosa, el mio. Glorioso parque de exilio, súbitamente condecorado, fatal en su disfraz, con sus niños de hambre y sus ciudades enjauladas. El tren, los mitos y la fanfarria nocturna de su propio eco. Mi conurbano, de cielos inventados, de cicatrices y cuchillos. Conurbano nuestro, el amorfo, el viril. De sueños instantáneos, el de héroes y fantasmas. ¿Cuántas máscaras tenés? me volves loco conurbano. Tan incomparable, tan existencial, el poderoso, conurbano imperial. ¿Cuál es tu verdad? yo voy a seguir, te voy a seguir mirando.