jueves, 6 de octubre de 2011

Curvilineo

para y con mi hermana Giudecca


Empiezo yo entonces, sola en este brete, y con una difusa luz a lo lejos...
siluetas, verdores, grietas... con mis pies desnudos fue que susurre otoños,
Existen algunos ardides tejidos por las impacientes manos de Ariadna que en vano espera.
Los hombres no podemos ver la luz... somos ciegos por [a cauda de:] nacimiento.
vestidos arrugados, cerezas, matices... caí neurona abajo, corrompida luz nefasta que examiné sin mustias al costado del río. Como huella abstracta de sí mismo, como reflejo de lunes, sortilegios de ayer,
También había allí un coro de ángeles de canónicas voces,
Pero la sangre no dejaba de fluir... Ellos cantaban sangre...
lloraban y reían sangre...
...esa chispa que supimos tener...
Has visto como se aligeran sus pies, como se entornan sus ojos lúgubres
Podrás ver, acaso, algo a pesar de tu obturación desmedida?
Ahí vienen las tormentas del Este, los anónimos inconclusos... ¡Basta vértigo letal!, ¡no humilles los corazones del mundo!, ¡basta de omnipresencias envueltas en azul hojarasca!... clarinetes, huertas, insomnios...
Debo decir que no, esta es mi replica:
-Debo mantener la calma...- pensé. Luego me abalance hacia el magma que envolvió sus mejillas, el amanecer era inminente, el último rayo de humo traspasó los límites y sin sospechar creí ser parte del abismo,
Hay una cumbre,en mi mente... En la de todos...
a la que creemos llegar fácilmente,
hay un lago natural en aquel lugar: La Panacea.
...bebí y bebí hasta el fondo del libro. embriagándome letra a letra, vino a vino. Lluvias, peripecias, retablos...
Y de todo aquello, la mente agotada de imágenes, solo puedo hacer lugar a una ultima reflexión...
está carta fue escrita el próximo Agosto.